• conexión con uno mismo, con la propia fuente interior de energía. Nos conectan con la belleza del entorno, con la alegría, con el sentido de nuestra vida.
  • También son caminos de construcción de vivencias espirituales que nos conectan con otras personas, desde la amistad, la compasión, la fraternidad. El encuentro y la comunidad pueden ser fuente de espiritualidad fraterna y llevarnos a comprometernos con la justicia y la dignidad de todas las personas.
  • Finalmente, nos conectan con el universo, con el mundo, con la naturaleza. Sentirnos conectados con nuestra Tierra nos hace amar más lo que nos rodea, y querer conocerla, cuidarla y defenderla.